En febrero de 2022, Rusia enfrentó severas sanciones tras la invasión a gran escala de Ucrania. Dos años después, contrariando pronósticos, la economía rusa se mantiene sólida. ¿Cómo ha logrado superar las adversidades?
Las predicciones pesimistas no se han materializado, y los expertos señalan varias razones que han contribuido a la resiliencia económica de Rusia. El Instituto Peterson de Economía Internacional destaca tres factores clave, según Elina Ribakova, economista del instituto.
En primer lugar, el sistema financiero ruso estaba preparado para resistir las sanciones bancarias y financieras gracias a medidas adoptadas desde la anexión de Crimea en 2014. Además, las exportaciones masivas de petróleo y gas en 2022 brindaron beneficios sustanciales, mientras las potencias occidentales tardaron en reaccionar.
Sin embargo, algunos expertos, como Benjamin Hilgenstock de la Kyiv School of Economics, señalan que el entorno macroeconómico ruso ha sufrido debido a las sanciones y a la disminución de ingresos por exportaciones de hidrocarburos en 2023. El Banco Central Ruso se vio obligado a aumentar los tipos de interés al 16% para combatir la inflación.
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A pesar de las sanciones, Moscú ha sorteado restricciones mediante eludir controles de exportación, adquirir productos occidentales y continuar las exportaciones de petróleo globalmente. La utilización de una flota de barcos en la sombra ha permitido a Rusia llegar a mercados en China, India y Pakistán, incluso después de que la alianza occidental impusiera límites al precio del petróleo en diciembre de 2022.
Estados Unidos, consciente de esta estrategia, ha intensificado las sanciones contra barcos y entidades individuales. En diciembre pasado, el presidente Joe Biden autorizó posibles sanciones contra bancos extranjeros que faciliten transacciones para financiar la base militar-industrial rusa.
Un factor determinante en el desempeño económico ruso es el aumento del gasto en defensa, triplicándose desde 2021. Esto ha llevado a la creación de una “economía de guerra”, según Elina Ribakova, impulsando temporalmente el PIB mediante el aumento del gasto público en equipamiento militar.
Sin embargo, los expertos, como Chris Weafer, advierten que este enfoque puede tener consecuencias a largo plazo. El aumento del gasto en defensa ha generado escasez de trabajadores altamente cualificados y ha transformado el mercado laboral, con consecuencias en el aumento de salarios y la inflación del consumo.
Weafer sugiere que la UE, comprometida en lo que él llama “economía política”, debería tomar medidas para limitar la capacidad rusa de continuar la guerra. Advierte que el colapso económico podría ser inminente debido al gasto industrial militar, y sostiene que las acciones actuales son ilusiones.
En este contexto, Ribakova insta a la alianza occidental a reevaluar su enfoque, sugiriendo medidas más estrictas, como aplicar plenamente el límite de precios del petróleo, un embargo efectivo y la implementación rigurosa de controles de exportación.
La economía rusa, en aparente resiliencia, sigue siendo objeto de atención global, mientras la comunidad internacional observa de cerca la evolución de los acontecimientos económicos en el contexto de la crisis en Ucrania.
