El pasado lunes, el presidente Donald Trump anunció que retirará a Estados Unidos (EE. UU.) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una decisión que fue duramente criticada por el sector de salud público. La decisión del republicano era de esperarse. Durante mucho tiempo, Trump había anunciado sus intenciones de retirarse de la agencia de salud de las Naciones Unidas, y su administración inició formalmente su retirada de la OMS en julio de 2020, cuando la pandemia de COVID-19 seguía propagándose.
Sin embargo, hace cuatro años, el entonces presidente Joe Biden detuvo la salida de Estados Unidos del organismo encargado de coordinar la respuesta internacional a las emergencias sanitarias en una de sus primeras acciones tras asumir la Casa Blanca.
La orden ejecutiva del cita “el mal manejo por parte de la organización de la pandemia de COVID-19 que surgió de Wuhan, China, y otras crisis de salud globales, su fracaso en adoptar reformas urgentemente necesarias y su incapacidad para demostrar independencia de la influencia política inapropiada de los Estados miembros de la OMS”, como razones para la retirada de Estados Unidos.
Trump también ordenó al secretario de Estado, Marco Rubio, y al director de la Oficina de Administración y Presupuesto del gobierno de Estados Unidos que “pausen la futura transferencia de cualquier fondo, apoyo o recurso del gobierno de Estados Unidos a la OMS”.
Por su parte, el portavoz adjunto de la ONU, Farhan Haq, confirmó que recibieron la carta sobre la retirada de la OMS, la cual está fechada el 22 de enero de 2025. La salida de EE. UU. entrará en vigor un año después, el 22 de enero de 2026.
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¿Qué significaría abandonar la OMS para Estados Unidos?
Principalmente, abandonar la OMS impediría que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades tengan acceso a los datos globales que proporciona la agencia. Cuando China identificó la secuencia genética del nuevo coronavirus en 2020, entregó la información a la OMS, que la compartió con otras naciones.
Fundada en 1948 con la ayuda de los Estados Unidos, la Organización Mundial de la Salud es una agencia de las Naciones Unidas. Su misión, según su sitio web, es “hacer frente a los mayores desafíos de salud de nuestro tiempo y mejorar de manera mensurable el bienestar de los pueblos del mundo”.
La OMS es una de las varias instituciones mundiales que surgieron de los escombros de la Segunda Guerra Mundial. Después de que el mundo se desgarrara por el nacionalismo y los conflictos, los países acordaron sacrificar algunos aspectos de su soberanía en aras del bien común.
Eso incluye llevar ayuda a zonas devastadas por la guerra, como Gaza, y hacer un seguimiento de epidemias emergentes como el zika, el ébola y la COVID-19. El presupuesto bienal de la OMS es de unos 6,800 millones de dólares; Estados Unidos ha contribuido habitualmente con una parte descomunal.
Estados Unidos aporta alrededor del 18 por ciento de la financiación de la organización, que ascendió a unos 261 millones de dólares entre 2024 y 2025. A esa contribución le sigue en segundo lugar China, con 181 millones de dólares. La pérdida de su principal donante afectará a la capacidad de la OMS para abordar crisis importantes, desde la tuberculosis hasta el VIH/SIDA y las pandemias mundiales, según los expertos.
El martes, la OMS emitió un comunicado en el que lamentaba la anunciada salida de Estados Unidos y señaló que su trabajo “juega un papel crucial en la protección de la salud y la seguridad de los pueblos del mundo, incluidos los estadounidenses”.
“Esperamos que Estados Unidos reconsidere su postura y estamos deseosos de entablar un diálogo constructivo para mantener la asociación entre Estados Unidos y la OMS, en beneficio de la salud y el bienestar de millones de personas en todo el mundo”, anunció la OMS.