'Megalopolis' divide las críticas en su proyección durante el Festival de Cannes | Clicketa

El estreno de ‘Megalopolis’, la esperada película de Francis Ford Coppola, ha sacudido el Festival de Cannes; con críticas encontradas, la obra se presenta como una producción ambiciosa y desmesurada que no ha dejado a nadie indiferente pero tampoco satisfecho.

Este film, fruto de más de cuatro décadas de planificación por parte del célebre director, ofrece una sátira retrofuturista sobre la decadencia de la civilización occidental, protagonizada por un histriónico Adam Driver.

Una producción ambiciosa y autocomplaciente

La película, titulada oficialmente ‘Megalopolis: Una fábula‘, se desarrolla en una Nueva York del siglo XXI que enfrenta la decadencia similar a la del Imperio Romano; lña narrativa sigue el enfrentamiento entre tres figuras de poder: Cícero, el alcalde de Nueva York (interpretado por Giancarlo Esposito); Craso, el principal banquero de la ciudad (Jon Voight); y César, un científico y arquitecto (Adam Driver) que busca reconstruir la ciudad utilizando un material revolucionario llamado Megalon.

El personaje de Adam Driver, con su talante creativo y revolucionario, se percibe claramente como un alter ego de Coppola.

La trama también incluye dos historias de amor llenas de adversidad: una entre César y la hija de Cícero (Nathalie Emmanuel), que recuerda a ‘Romeo y Julieta’, y otra con su fallecida esposa, evocando el mito de Orfeo y Eurídice.

Este cóctel narrativo está aderezado con numerosas referencias a poetas y filósofos, que aunque pretenciosas, enriquecen la complejidad de la película.

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‘Megalopolis’ un espectáculo visual y narrativo

‘Megalopolis’ se distingue por su exceso en todos los aspectos: es una película desbordante, acelerada y descaradamente enamorada de sí misma. Coppola ha invertido 120 millones de dólares de su propio bolsillo para crear una obra que desafía los límites tradicionales del cine.

La película destaca no solo por su narrativa compleja sino también por su riqueza visual, utilizando imágenes generadas por computadora (CGI) para crear escenas edénicas y fragmentar la pantalla en trípticos, evocando la pintura flamenca.

A pesar de su ambición, la película ha sido criticada por su falta de cohesión y su tono satírico poco efectivo; la vida de las clases acomodadas neoyorquinas se presenta como un circo romano, culminando en una boda grotesca entre Craso y una joven periodista (Aubrey Plaza) enamorada de César.

Este desorden visual recuerda a las fiestas de ‘La gran belleza’ de Sorrentino y la exaltación característica del cine de Terry Gilliam.

Coppola intenta criticar el capitalismo salvaje y la política populista, pero su enfoque a menudo parece desconectado de la realidad contemporánea, la representación de hombres poderosos rodeados de mujeres frívolas resulta anacrónica, y su mirada sobre el mundo actual se percibe superficial.

Sin embargo, el director demuestra su maestría al retratar la experiencia de un creador incomprendido que busca cambiar la sociedad con su visión, una clara auto-referencia.

Reflexión

Uno de los temas centrales de ‘Megalopolis’ es el tiempo, una preocupación esencial y angustiante; la película plantea preguntas sobre cómo abrazar el tiempo en un mundo encaminado hacia la catástrofe, y si es posible retroceder para recuperar algo valioso del pasado.

Estas reflexiones se manifiestan a través de los diálogos y la narrativa visual, destacando la lucha del artista por no perder el control del tiempo.

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