El consumo global de carbón ha alcanzado un récord en 2023, con la quema de 8 mil 530 millones de toneladas de este combustible fósil, según informó la Agencia Internacional de la Energía (AIE) este viernes.
Estos datos se revelan apenas dos días después del cierre de la COP28 en Dubái, donde los países participantes se comprometieron al abandono progresivo de las energías fósiles.
A pesar de los esfuerzos globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el consumo de carbón ha superado el récord registrado en 2022, según el informe de la AIE. Estas cifras son particularmente preocupantes en un año que, según el observatorio europeo Copernicus, “casi con toda certeza” se convertirá en el más cálido desde que se llevan registros, alertando sobre los impactos del cambio climático.
La quema de carbón, utilizada tanto para la generación de energía como para alimentar la industria, es una de las principales fuentes de emisiones de dióxido de carbono (CO2).
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La AIE destaca el aumento del consumo en China, con un incremento de 220 millones de toneladas (4.9 por ciento más que el año anterior), y en India, con un aumento de 98 millones (8 por ciento).
Por otro lado, Europa ha experimentado una disminución significativa en el uso de carbón, con una reducción de 107 millones de toneladas (-23 por ciento), al igual que Estados Unidos, donde se registró una disminución de 95 millones de toneladas (-21 por ciento). Este declive se atribuye al cierre de centrales de carbón y a la disminución de la actividad industrial.
Alemania, por ejemplo, tiene planes para cerrar la mayoría de sus centrales de carbón en los próximos tres años, reemplazándolas con plantas de energía eólica o solar. Francia tiene como objetivo cerrar su última central eléctrica alimentada con carbón para el año 2027.
La AIE reconoce la dificultad de hacer predicciones precisas sobre el consumo de carbón en Rusia, el cuarto mayor consumidor mundial, debido a la situación en Ucrania. La persistencia en el uso del carbón subraya los desafíos que enfrenta la comunidad internacional en la transición hacia fuentes de energía más sostenibles.
Con información de El Economista.
